y la suave pluma de una caricia,
quise guardar en mi alma todo lo que llegué a sentir,
por si el pájaro del olvido, picoteaba tu memoria
y se perdían los momentos que atesorábamos.
Ocurrió, como ocurre todo, cuando la confianza
se debilita, porque se alarga tanto su hilo,
que acaba por quebrarse, o tal vez porque de él,
pendía un miedo con peso excesivo
y la inseguridad provoca las sombras
que todos tememos.
Sea como fuere, nada es perdurable, tan sólo
la constancia hace que los sueños tomen forma
y traerlos a la vida cotidiana es un ardua labor.
Se perdieron nuestros sueños, antes compartidos
y el dolor abrió una nueva cavidad en el alma.
Buscaré de nuevo entre las arenas del tiempo,
una nueva ilusión, antes de que caiga el ultimo grano
y la felicidad se quede bordada solamente en el recuerdo.
Escrito en Septiembre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito. “zuhaitz"
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