y corazones ardientes en erupción
volcánica.
Es por ello que el amor se vé afectado
por los cambios de temperatura
o estado de ánimo.
Fríos los ojos, cuando la llama se extingue
y se produce una luz mortecina,
apagada en un último suspiro.
El corazón que arde muy rápido,
produce la combustión espontánea,
se ama tan aprisa y con tanto furor,
que se consume durante su nacimiento.
Busquemos la calidez del suave abrazo
y el beso, que huye de unos labios,
para posarse en otros.
El vuelo pausado, a ras de tierra,
pues si el amor vuela muy alto,
corremos el riesgo de perderlo entre las nubes.
Escrito en Septiembre por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
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