en los cuales, todo lo acontecido
se quedó entre nieblas perdido
y olvidé lo que hicieron mis manos.
Mas, ahora podéis disfrutar
el trabajo que todos sembramos
y la obra, que en siglos dejamos,
que jamás se llegó a completar.
Cultivamos el amplio trigal,
como un mar con espigas doradas,
nuestro hogar, con sus piedras labradas,
dieron forma al mundo actual.
Nuestra piel se agrietó bajo el sol,
fue curtida en los duros trabajos,
sobre el hombro, espigas en fajos,
mantuvieron su firme arrebol.
Las esfinges de piedra, hacía el cielo
se elevaron, y en su envergadura,
son testigos de nuestra cultura
y orgullosas, emergen del suelo.
Escrito en Marzo 1982 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario