rocías mi corazón ardiendo.
Como esa aurora, resplandeciendo
en haces de luz primera.
Como viento, que roza el semblante
de un árbol que emerge dormido
y acaricia con leve zumbido,
( voz lejana de un eco gigante ).
Como notas breves de un violín,
me llenas de encanto romántico,
en meloso y dulcísimo cántico,
en una incesante melodía sin fin.
Como un mar preñado de rumores,
que avanza en álgidas olas
y se escuchan en las caracolas,
los suspiros y quejas de amores.
Como el ave, que surca los cielos
y dibuja el batir de sus alas
esa imagen, que a mis ojos regalas,
en vaivén de fantásticos vuelos.
Como luz de estrella en mi interior,
iluminas mi noche en soledad
y me impregnas con tu totalidad…
Así mismo eres tú, pequeña flor.
Escrito en Febrero 1982 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario