jueves, 1 de agosto de 2024

Caminantes

Bajo nuevamente por el abismo cotidiano 
de las calles.
He tropezado con un clavo retorcido,
que maldecía su suerte.


A cada paso iba arañando la tierra y su cuerpo 
se encorvaba a cada golpe de ira o martillo.
Maldijo mi aparición y súbitamente desapareció, entre una oxidada multitud 
y cómo entre la herrumbre, un clavo pasa
desapercibido, no tuve tiempo de averiguar 
de quien se trataba.


Nunca me miro los pies, mientras camino,
quedan por debajo de mis aspiraciones,
pero ocurre, que al pensar abiertamente 
en todo, uno se encierra en sus propios
pensamientos y evidentemente, a veces 
mis pies tropiezan con aquellos que si
se los miran.


Me disculpo y mi disculpa no tiene un valor 
tangible y por lo tanto, les resulta gratuita.
Ellos se sienten heridos por una trivialidad 
y yo, herido por mis trivialidades y las suyas.


¿Qué le voy a hacer?
Ellos tienen sus pies clavados al camino 
y yo camino con una estrella clavada 
en mi interior.

Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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