para mis manos desnudas.
Sí no ¿A qué otro mar navegará mis caricias?
El amor no es un concepto,
así que no me detendré a pensar
cuánto te amo.
No es cuestión de medida, sino de ritmo.
No soy capaz de medir el ritmo de mis
latidos, pero si el anhelo de acariciar tu cuerpo.
Tu cuerpo deshojado de aristas.
Tu brillante redondez, que mi tangente
quiere convertir en parámetros de encuentros.
Insisto en la embriaguez de mis sentidos.
Estoy ebrio de ti, del aroma de tu piel,
de su tersura, de tus labios rojos,
de tu ternura.
Besar quieren mis ojos, esa profundidad
de tu mirada.
Manantial de sensaciones, que a mi piel
se prende, produciendo eléctricos seres.
Son tus dedos, aves en reposo sobre
el cierzo anudado.
Aves vernales de cera incendiada,
cálidas manos sobre las vértebras
de mis suspiros helados.
No capitulo, te necesito.
Soy el pólen esparcido, que cada día
renace en ti fecundo, mi morada se halla
en las cálidas cavernas de tu corazón
y mi sendero se ensancha, como una sonrisa
herméticamente abierta, hacia el filo
de tus labios.
Quiero desgajarme en filamentos o
cabellos que cubran la piel parcelaria.
Quiero ser un estímulo sobre el tapiz alargado
de tu sombra.
Abrazos, cálidas hojas.
Llama que no quema, porque el fuego
queda sepultado en la bóveda de tus caderas
y tus pechos brillan, como dos gotas de rocío
sobre una flor ruborizada.
Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario