dejan los recuerdos, aunque vuelvas de nuevo
a salpicar mis ojos de chispas, con el acero
de tus labios.
Para soñar no necesito almohada, sino
tus mullidos hombros, como reclinatorio
de mis pensamientos.
Hoy he perdido la pluma de mi libertad,
pero para escribir, me basta un lápiz,
tan negro como tu ausencia, cuando formo
tu imagen diluida entre mis lágrimas.
Acepto esta vertiente caudalosa, porque no sé
a donde me llevarán los rápidos de tus aguas
y sí es acaso a la mar, quiero morir despacio,
como un sol en el crepúsculo incendiado
de tus labios.
Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario