presa en verdes extasiados,
sobre las frondas inermes,
en los campos adorados.
Pende el cendal transparente
de la aurora virginal,
un beso furtivo, un rayo,
sobre el verde delantal.
Sus dedos sobre los prados,
venablos de sol radiante,
desde los cielos, vertidos,
trazan su alegre semblante.
Alegorías fugaces,
en la llanura celeste,
gavillas de rojas llamas
en el horizonte agreste.
A la luz desmesurada,
la luna, frágil durmiente,
tras la azulada cortina,
se oculta a su rayo hiriente.
Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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