que, al sol temprano, el aura le destella.
No me niegues tu cuerpo de doncella,
ni el dulce beso, que en tus labios se propicia.
No me niegues amor, tu blanca mano
y ese aroma de jazmines escondido,
ni el placer de amarte y ser sentido
piélago vital, extenso y llano.
No me ocultes más tus ojos, dulce miel,
de extraña luz, que se muestra difusa,
no te nutras de recelos, son la excusa
que me aleja del contacto con tu piel.
Alma para un corazón desaforado,
amante en ciernes, mariposa en vuelo,
que acude a tu presencia, como al cielo
los astros han escrito en su encerado.
Deja al viento tus cabellos esparcidos,
que sí acaso siento celos de la brisa,
también habré de hallar en tu sonrisa,
las notas que acompasen mis latidos
Pues soy mortal, tan sólo amarte
eleva en alto rango mis virtudes,
que no es tan sólo amor, nunca lo dudes
es más, de lo que yo sueño entregarte.
Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito,”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario