la piel dormida, recorriendo el espacio entre
mi almohada y tú, sobre los pájaros de alas
sedosas, anidando una vez más
en la extensión de tus pupilas.
La caricia distendida, esquifes del viento
en el letargo y unos besos prendidos
en la curva que proyecta tu cuerpo
en el espejo.
Con el calor de una noche, bebo de tu rocío
y me embriago de ti con la complicidad
de las sombras y sueño que no despierto,
aunque el alba me devuelva de nuevo
a mi soledad.
Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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