imprecisa, una luz ribeteada sobre mi frente,
un seguir caminando, prendido a la magia
de los caminos, alguna salvedad
de cirros extendidos y una mano amiga.
Un abrazo y una mirada de ojos tiernos,
una palabra amena y acaso… una canción.
El contagioso ritmo vital de unas caderas decididas
con marcada feminidad
y ese ámbito celeste de una jugosa boca
que te habla, mientras deseas ese beso
que nunca llega, porque puede más tu pudor,
que tu atrevimiento.
Cyrano entre las sombras, acaparador
de sueños de enredadera, que no has de trepar, sino en tu alma.
Cansancio de las horas en el reloj que marca
las ineludibles pausas de espera.
Al compás de las horas, espero esos minutos
sucedidos y el milagro que nunca llega
a producirse.
Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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