de las montañas, de un sol abatido que,
cae rendido en el frescor de la hierba.
Cuando la penumbra extiende su adusta ceja
y las estrellas abren sus traviesos ojos,
ante una luna de leche impoluta, la noche
adivina encuentros furtivos y sueños
que se acomodan en un sopor de alas
de mariposa, que impregna la brisa nocturna,
en las noches de verano.
Es ese morder el labio y agonizar en el deseo
de un beso febril, ante la previsión
de un amanecer de estrepitosa claridad que,
mutilando los sueños, nos ofrece una nueva
realidad, repleta de luz y de dudas.
Escrito en Agosto 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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