miércoles, 21 de agosto de 2024

Desde que amanece el día.

El lívido rostro del alba, se abre 
entre blancos senos y nubes.
Dorada navaja que al cielo rasga, punzón 
y alegre filo, que en su incisión, separa
la negra pupila, de la diáfana esclerótica 
que ilumina el día.

Propósito de rastros de luz y agua, 
en la quietud ascendente de un sol, 
cuyo reinado llega al cenit en la mediodía 
y en su declive, derrama la sangre en su llanto,
sobre las sombras del atardecer,
como un crepúsculo incendiado que agoniza
en mil hogueras.

Escrito en Agosto 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

 © Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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