entre blancos senos y nubes.
Dorada navaja que al cielo rasga, punzón
y alegre filo que, en su incisión, separa
la negra pupila, de la diáfana esclerótica
que ilumina el día.
Propósito de rastros de luz y agua,
en la quietud ascendente de un sol,
cuyo reinado llega al cenit en el mediodía
y en su declive, derrama la sangre en su llanto,
sobre las sombras del atardecer,
como un crepúsculo incendiado que agoniza
en mil hogueras.
Escrito en Agosto 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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