viernes, 23 de agosto de 2024

La plenitud de la Nada.

Álzate como una espiga sobre las marismas 
de espejos quebrados, la luz incide 
en la profunda ojera de su vertiente.
Devana la historia del ave que estrella 
su plumaje sobre el arrecife y escucha 
el canto de las sirenas en los huecos híbridos 
de las leyendas.


Todo sol es un anillo engendrado en el fuego 
y templado con la frialdad de una noche 
sin astros.
Pero tú, no levantes la copa rota, poniendo 
por excusa tu ávida sed.
El vidrio es un sextante para medir el espacio 
entre tu sed y el riesgo que se precipita 
en tu boca.



Sí no lo concibes así, sus estrellas ocultas,
romperán con su dientes, el beso 
que sucumbe ante la ambrosía.
Camina despacio, la ceguera de ónix 
en la gente, produce una distorsión 
en su apariencia.


La extrema confianza o la desconfianza cruel,
devora palomas cálidas, cuyo vuelo roza
la línea de flotación de la razón.
Desciende una hosca penumbra, que se clava 
en los rincones deshabitados del espíritu.


A nadie le comentes dónde se halla tu límite,
la frontera que te separa de tus anhelos,
pueden robarte todo, dejarte al desnudo,
hambriento y moribundo, pero una mano mortal, no tiene la longitud suficiente 
para arrebatarle tus sueños.

Escrito en 1985 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.









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