marchemos a un ritmo nuevo.
Convirtiendo nuestro ritmo de vida
en una canción lenta o un "lieder",
disfrutando de su cadencia,
no sólo de su sonido, sino de su silencio.
Sentir las horas, no muertas, pero si adormecidas
y el letargo distendido en la calma de amanecer;
suavemente, mecidos en nubes de consciencia,
sin dejar pasas un segundo por inadvertido.
Alargando el hilo, con el riesgo de ruptura,
pero bebiendo en pequeños sorbos,
todos los instantes y atesorarlos
como joyas que componen
nuestro gran tesoro en esta vida.
Escrito en Abril 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito. "Zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario