nadie verá donde están.
Habría que seguir el sendero,
que desde tus ojos, conducen hasta tu alma
y escuchar la música, que desde tu corazón,
como manantial brota hasta tu voz.
Habría que detener el paso y perderse
en el gesto y en la sonrisa, en cada una
de las manifestaciones, que como dulce huella,
dejas en las caminos y en los corazones,
que te aman y admiran.
Las alas que te elevan,
son tu luz y tu presencia,
bendecidas y renovadas,
impidiendo que se mojen en las lágrimas
de tristeza y desesperanza.
Tu fe es el impulso, que cada día
tensa el arco que proyecta tu sonrisa
y disfrutamos, inmersos en la luz de tu amor.
Escrito en Abril 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito. "Zuhaitz "
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