jueves, 14 de abril de 2016

Tarde de labor en el campo

La voz trémula del viento
en los caminos, se desplaza sin pies,
sobre los pensamientos
que suben de las cavernas y buscan
esa proyección de grano aventado.
El rostro enjuto y fatigado, resumen 
de fragmentación sobre una piel,
herida bajo el sol.

Cerámica, agrietada, espino de dolor
y unas pestañas polvorientas cercenando
el sol en estratos y guirnaldas de fuego.
La incapacidad de la lengua, ante la sequía y una gota de sudor pronunciará 
el nombre de todos los hombres,
que quedan escondidos, bajo su propia ausencia,
mientras que otros, encaramados a las soledades del vasto campo,
se pierden exhaustos.


El día fallece, ahorcado con fuertes interrogaciones, cargado con una pena de cal y silicio. El cristal opaco,
es ahumado desde sus adentros y cae
un cáliz de sangre y fuego con la negrura,
que avanza firme en la inercia del tiempo y el cansancio.

Escrito en Abril 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".





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