o bordes, con los que franquear,
distorsiones, dentro de una curva natural,
en que los acontecimientos fluyen.
Las manos y los ojos son los claros espejos
de las intenciones y hay que tener mucha frialdad,
para mentir, sin ser descubierto.
Todos los gestos son señales ocultas,
que surgen desde el desván, donde se guardan
nuestros propósitos.
La cabeza se agita y con una sonrisa,
vendemos una imagen, que sólo podemos
adivinar en su pureza.
Cejas arqueadas y las manos en vaivén,
el algún momento, pinzar con los dedos
el lóbulo de la oreja o desviar la atención,
sobre una cosa banal.
Signos que afianzan nuestra personalidad
o dejan a entrever, nuestras debilidades,
el nerviosismo de unas manos activas
o la exagerada verborrea incontenida,
el énfasis en la voz o la rotundidad
de la palabra .
Escrito en Abril 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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