jueves, 14 de abril de 2016

El Hombre del Paraguas

Parece que vino ayer
con un gran paraguas, 
tan grande como su sonrisa.
Con cara de niño grande y una inocencia
inusual, para su edad.

La magia de la paz en su voz 
y malabares dialécticos en sus palabras.
Su edad...¡No importa!. Tan sólo 
un accidente cronológico, sin importancia,
era la levedad y la constancia de su ser,
la que conquistaba los corazones.

Lo veía como una libélula primaveral,
refrescando los corazones, que ardían
en la incomodidad de sus insatisfacciones.
Conseguía ese minuto precioso, con que detener el tiempo
y vivir con el ese breve espacio, donde éramos conscientes
de ese valor añadido, que supone darse cuenta.

Un día dejamos de verlo, nadie sabe que fue de él,
alguien comentó que fué un sol, que se perdió
entre las nubes de sus propias cejas.

Escrito en Abri 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz"






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