martes, 12 de abril de 2016

Entre dos luces de atardecer

Procurando no mancillar la fllor,
en el cálido aliento de un estío soñado,
el cristal de las libélulas, baten el aire
que se gira en escarceos coquetos,
con la hierba ligeramente sensual
y verde de fresca constancia.

Un decidido limón se torna naranja
en el abrazo del sol y las nubes,
coronan las cimas de blancos penachos.
Agua en áspid de plata y reflejos de oro,
Ese tropezar en sólida piedra y abrir 
nuevos caminos, persiguiendo los pasos
que nadie supo enmendar.

Susurros de lejanías e incontables vidas,
en los recodos de los caminos, quedan 
las huellas incorpóreas de un pasado reposo,
vespertino y sombrío, cuando la tarde,
se hace una promesa de rutilantes estrellas
en el cerrado párpado de una noche exhausta,
cansada y cegada de tanto sol.

Escrito en Abril 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"





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