sábado, 5 de marzo de 2016

El ocaso de todas las Mentiras

Las herraduras no deciden el destino,
pero si el paso. Las blasfemias llenan la boca,
con la espuma del odio 
y las viejas meretrices suspiran en las esquinas.

Todo lo obsceno está por llegar, camuflado 
bajo las toquillas y escondido
entre los viejos misales.
Vicios privados y públicas virtudes,
la hipocresía en una rebanada de pan,
que nos ofrezca la salvación.

Dedos que buscan un placer reprimido,
entre la ropa interior, ya con la presencia
del sudor que destila, un sentimiento
de culpabilidad.

La tortura como liberación del cuerpo, 
negando otra intención, no tan clara,
pero vinculada más al vicio, que a la clara
luz que se persigue guardar en nuestra alma.

La  mentira bordada a conciencia con hilo dorado,
para que creamos en el brillo o el fuego fatuo,
que se produce en la hoguera de las vanidades.

Todo punto álgido, desciende como el sol,
desde su elipse hacia el ocaso.
Allá donde muere el día y duermen todas las fatigas,
acumuladas durante la jornada.

Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".





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