jueves, 3 de marzo de 2016

Txomin " El vagabundo "

Bajaba el licor por el desagüe abierto
de su garganta.
No era un santo, pero se reía a menudo
de la mediocridad de quienes despreciaban
su aspecto gris, pensando que también
la luz de su inteligencia se había  apagado.

Se despachaba a placer y con pocas palabras
cerraba las alcantarillas de sus podridas mentes.
El verbo en su boca era un torrente fluido
y muchos perecían ahogados en sus rápidos.

Soplaban vientos extraños y su cuerpo,
desaparecía a menudo bajo su raída gabardina,
antes beige y ahora de un color indefinido, 
coronada de varios lamparones.

La vida le fue robando cuanto amaba
y la calle se convirtió en su hogar.
Tuvo un mimetismo con el asfalto 
y su tos constante sonaba como es starter
de un viejo coche.

Era de todos y de nadie, hasta que cambió el viento 
y se lo llevó lejos, mecido en un soplo, como una hoja seca,
tan amarilla como sus dedos, manchados de nicotina.

Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"




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