a los soportales de la iglesia,
su reputación era buena
y gozaba de una honestidad
bien maquillada.
Envoltorio sin la prudencia necesaria
de observar, que lo que se envuelve
está perdidamente deteriorado.
Alma vacía, sin sentimiento que mueva
el motor del corazón.
Amarga cáscara en la hiel del engaño,
comprando a bajo precio una imagen
que no se ajustaba a su realidad.
Hipócritas enmascarados, pastores de iglesias
sin cimientos, adoradores de sus propias mentiras,
para tratar, a duran penas, de saldar la hipoteca,
que creen tener para entrar en el Cielo.
La falsedad de su porte, al final se ve,
tras la transparencia de sus ropajes.
Sólo sirven para hacer daño, parasitar
y dejar desnudos a otros, para vestir
sus podridas almas, con los despojos
de sus víctimas emocionales.
Depredadores de almas,
mercenarios del diablo,
que tratáis de dar una imagen distorsionada
y una fingida santidad.
Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz "
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