de una sonrisa, para matar la apatía
de un día gris.
El esplendor de unos ojos,
en la órbita de la alegría,
para llevar la luz a todos los rincones
oscuros, que la tristeza deja en las almas.
Hay rencores añejos, que oxidan
los corazones desnudos y descubiertos,
ante las lluvias frías de las decepciones
y pies que arrastran pesares de gruesas cadenas,
como fantasmas perdidos
en las nieblas del tiempo.
A veces la suerte es una melodía desafinada
y hay que coger la espada, recién bruñida y afilada,
para cortar el hilo que nos ata a la inconsciencia
y a los temores que sujetan nuestros pies.
No quiero desayunar el odio, su digestión es lenta
y pesada.No quiero despertar al diablo,
de su letargo de siglos, ni el amargo veneno
de un amanecer sin un sol que nos alumbre.
No quiero hacer daño a nadie, ni que me lo hagan.
Quiero cortar contigo la última flor del Estío
y poder besar y abrazar a todos.
No me golpees en la boca, me privas de la facultad
de hacerlo.
Tristeza y apatía...Soy un guerrero de la paz
y romperé vuestro hechizo con el estruendo
de una carcajada.
Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito." Zuhaitz".
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