anidan en el corazón,
aunque suelen peregrinar,
cuando sienten el frío de la tristeza.
Ni siquiera la sombra que proyectan
sus alas, puede calmar el ardor febril,
de unos labios, que ansían,
la fuente incesante o manantial
de un beso.
El rumor de olas de los susurros de amor
o los requiebros
de una garganta que emite trinos enamorados.
Lenguas de pájaro y primaveras
de sol, naciendo en un horizonte
sin fronteras o prolongación
del deseo hacia nuevos amaneceres,
donde la soledad, no tiene cabida.
Vestidos de luz y de presencias,
con el ánimo creciendo, como una espesura de verde esperanza.
Boscaje de ramas con que entretejer,
la trama de nuestra vida.
Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz "
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