nada se abre hacia sí mismo
y todo se cierra, cuando termina
una etapa de su existencia.
Duele el sonido de los goznes oxidados,
tanto, como el abandono y el olvido.
El apego del polvo durante el tiempo,
que combatimos las ausencias,
sin pensar en que el tiempo miente
el futuro y el presente se tambalea
entre las tablas desvencijadas del pasado.
No se puede construir el amor
con lágrimas engendradas en el dolor,
ni avanzar en la vida, dando pasos hacia atrás,
para cometer las mismas equivocaciones.
El sexo es el cebo para narcotizar la mente
y crear la necesaria dependencia, para dominarla.
La belleza, ocultando la maldad, tras el esplendor
del artificio de luz desplegado y la negación de la realidad,
cuando se vive la intensidad de la imagen, que creamos
en nuestros sueños.
Imagen, reflejo, constancia apuñalada desde la frustración
de alcanzar una estrella, pero conseguir que el mundo
cambie el sentido de la dirección para cancelar el humano sentimiento de autodestrucción.
Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario