de los ojos atormentados,
las lágrimas forman un arco iris,
cuando un rayo de esperanza
acude al cielo despejado
de nuestra mente.
Un propósito, una radiación o
un sonido, tan sólo una voz,
una mirada, acaso.
Nuestro rumbo cambia y también
nuestra forma de ver las cosas,
sin la penumbra de la tristeza
adherida a nuestros ojos.
Desprendida la escama o legaña
transmitida durante el sueño incómodo
de la sinrazón, admitida y asimilada,
como parte de nuestro cotidiano vivir.
Hay todo un abanico de posibilidades,
ante la amenaza de tormenta
y acaso, podamos guardar la luz necesaria,
para esos aciagos días, escasos de luz.
Aspirando con fuerza todo el aire libre
y llenando de luz cada vacío rincón,
antes de que la tristeza sea para nosotros,
un incómodo inquilino.
Escrito en Marzo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito. "Zuhaitz"
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