viernes, 13 de noviembre de 2020

La libertad de imaginar.

No hay vuelo más hermoso, que la libertad 
que se experimenta en la imaginación.
Crear desde tu mente y tus manos,
la belleza necesaria para trascender 
y elevarnos por encima de las miserias 
humanas.


Quien crea, alcanza un estado de plenitud,
donde el reflejo de cada una de sus obras,
muestra el interior de su alma.
Cuando mostramos desde nuestra alma,
todo aquello que guardamos, nos liberamos 
del dolor acumulado y damos brillo 
a las alegrías que puedan parecernos
opacas a la luz de nuestras expectativas.


El ser humano descubre su chispa divina,
al convertirse en creador o co-creador
y en nuestras mentes se pueden fraguar,
desde los actos más nobles y las capacidades 
artísticas más notorias, hasta el caos
y lo más terrible que podamos imaginar.


Volemos juntos a las esferas más altas
de la imaginación creativa.
En un trozo de barro o arcilla, se esconde 
una gran obra escultórica, 
sobre un papel en blanco, pueden navegar 
infinidad de poemas, precipitados 
desde los torrentes de una mente lúcida,
hasta los oídos más sensibles a la música 
o el mensaje contenido en sus versos.


Sólo nos basta la voluntad de crecer, 
para alcanzar la Luna entre nuestras manos
o brillar como un radiante sol, sin provocar 
un eclipse a los demás astros que pueblan 
el firmamento, en el cual nos movemos 
entre aciertos y divagaciones.

Escrito en Noviembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”







No hay comentarios:

Publicar un comentario