jueves, 26 de noviembre de 2020

Océanos absolutamente vacíos.

Nada es más ingrato, que una mentira 
oculta tras el ornato de una amistad,
con un supuesto instinto de protección 
hacia nuestra persona.
Nada resulta más frío, que esa mirada 
que te ignora y esquiva el encuentro 
con tu mirada.


Acaso sea lo más amargo, ese adiós 
sin motivo, ni razón.
O tal vez lo sea, el vacío impenetrable 
que causa la indiferencia y el hermetismo 
de las mentes, cuya vacuidad 
no es advertida, porque la fuerza 
de la costumbre  se convierte en una ley
y una forma de vida aceptada.


Nada es totalmente inocuo, si todo al fin,
arrastra consigo una consecuencia.
Salpicamos con palabras a los demás,
si saber, si es el justo aderezo 
que complementa a nuestras acciones.


Así pues, tras el velo de una sonrisa,
se pueden ocultar los feroces dientes,
con los que seremos devorados.
No creo en nada, ni en nadie, 
desde el atentado que le costó la vida a Dios.
Y ahora  somos incapaces de crear
lo que por nuestro egoísmo e ignorancia 
hemos destruido 

Escrito en Noviembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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