jueves, 5 de noviembre de 2020

Reconocimiento de uno mismo y su realidad.

Caminando entre cadáveres supe,
que mi mundo no es la tierra por la cual 
camino.
Hay muertes, que sin ser absolutas,
producen el letargo de la razón.


Ni siquiera la enajenación mental se parece
remotamente a estos síntomas.
Es la distorsión de las capas de la realidad,
la que confiere una imagen nítida, que puede
ser aceptada, como la certeza razonada 
de una realidad que no es, sino
un espejismo mental, implantado 
por diferentes medios.


La eterna lucha es, entre la razón empírica 
y las proyecciones que se implantan 
en la razón, para cambiar el espejo 
en el cual se ve reflejada.


Admitir algo, sin una duda razonable, 
es sin duda, perder el derecho a tu razón 
inalienable y ceder ante una enajenación 
impuesta por los órganos de poder.


El individuo debe ser dueño de su vida
y de sus actos.
Dirigir sus impulsos, motivado por su propia 
razón, sin menoscabo de otros argumentos,
siempre y cuando no altere la realidad 
que dicte su mente y sin perjuicio,
ni de si mismo, ni de otros individuos.


Respetemos la individualidad, la dualidad 
produce una dependencia tóxica,
en algunas ocasiones.
Tú eres tu realidad, tu dios y el centro 
del universo. 
Todo es real, según la percepción que origine
tu propia realidad.

Escrito en Noviembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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