trenza una estrella fugaz entre tus cabellos.
Adorna con cintas tu vaporoso vestido
y...¡Vuela, corazón! ¡Vuela!.
Hay nubes de algodón en tu sonrisa
y desde tus caderas, el mar recorre
tu cuerpo de arena virgen y alabastro
o nácar denso, que aparece sobre la línea
de tus dientes, que atrapan mi alma
en cada beso.
Mejor...No apagues la luz, enciende
el destello puro de tus ojos, que alegres
danzan, borrando las sombras que huyen
hacia los rincones de la habitación.
Sueños de algodón en plumas y caricias,
que se deslizan sobre tu cuerpo, como brisa
que contiene mi aliento, presa en un corazón
henchido y rebosante de ti, en la miel
de mis anhelos.
Eres fruta que no se deshace en mi boca,
tan sólo el manjar, que la fresa de tus labios,
lleva hasta mis labios.
No quiero esta noche, quedar dormido,
si duermo escapa la vida, mi sueño habrá muerto.
Si permanezco a tu lado despierto,
tu sueño y el mío serán un sólo sueño compartido.
Escrito en Noviembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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