y eso implica,
que no es más fuerte la voz,
si más suplica.
No debo acostumbrarme
a este vacío atroz,
aunque mi boca calle,
aunque se quiebre el talle.
Aunque la piedra grite, callando
un rechinar de dientes,
por ser aún más prudentes
ni acuse, ni señale.
He vuelto a derrumbarme, trasnochando,
contándole a la noche mi tristeza,
sabiendo de antemano, con certeza,
que el Sol irá mondando su corteza,
allá en el mismo punto en donde sale.
Escrito en Julio 1993 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario