me entrego en vida,
la tenga o no merecida
y resulte complicado convencer.
Por un cuerpo de mujer
yo me condeno
y a sus senos me sujeto y encadeno,
hasta el punto de poder desfallecer.
Por un cuerpo de mujer
bajo al infierno,
me transformo en leve hoja o brote tierno
o ese leño, que en la hoguera empieza a arder.
Porque sólo pienso en ti, mujer
y mi cuerpo, junto al tuyo se enmaraña,
dibujando entre las sombras, telarañas,
que en la noche, comenzamos a tejer.
Escrito en Febrero 1994 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario