o la casualidad, rozándome con sus crines.
Subió un telúrico escalofrío por mis piernas,
hasta inundar mis sienes.
Te conocí de toda la vida y nunca antes.
Te amé desde ese instante para siempre.
Amé tu dulzura y crueldad, porque a veces
somos dueños y esclavos.
El premio y el castigo.
Una tortura de besos y azotes,
de caricias y abandono…
para que vuelvas a mi, siempre expectante,
siempre esperando el retorno,
para volverte a sentir en la forma que tú elijas.
Sería la luz.
El choque constelado y desmedido,
el que grabó tu imagen a fuego sobre mi piel
y sobre mis ojos.
Hay un eclipse en mi y un roce de astros,
que se unen, formando estrellas y corazones.
Escrito en Mayo 1994 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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