de una tormenta, rasgando en jirones
el cielo.
Se abren los campos y las estrellas
nos roban los sueños.
Quiero subir un escalón más, pero un río
de incierto cauce, discurre bajo mis pies
y mi cabeza pierde el equilibrio,
cayendo hacia el vacío de la tristeza.
El ritmo se detiene. Todo se para y sólo
la fría Luna, ilumina por unos segundos
a un corazón oscuro de nostalgias.
Escrito en Octubre 1993 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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