golpeando los sentidos.
Un disparo o saeta, tal vez mirada inquieta…
despierta al león en ronda, que no caza,
no intención, ni algarabía.
Sino presencia extasiada, latente en las horas,
donde apenas un rumor, interrumpe
su último hallazgo.
El corazón corre deprisa,
más aún que la mirada o ese anhelo
que puede trocarse en beso
para romper el hechizo.
Escrito en Mayo 1994 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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