Despuntas al alba con los mil brillos
de una noche perpetua y fijas en mi memoria
la quietud estática y misteriosa de tu mirada.
Engendras la espuma de mis sueños,
y como esquife que rompe el zafiro azul
con sus velas, quedo varado en el arrecife
de tu dulce cuerpo extendido y dejas prendida
una estrella sobre tu pecho de nieve.
Me sobrecoge tu presencia de seda
o el poro suavísimo de tu piel, y ese pálpito
apenas contenido y resuelto.
Un beso de pronto, posado en cada uno
de tus dedos y esa luz que anega y arrebata
un corazón, envuelto entre sábanas y mieles,
porque la Aurora es cada día, ese deslizar
mis ojos sobre tu cuerpo desnudo
y admirar el contorno de tu figura.
Escrito en Julio 1993 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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