en mi pecho.
Hay un río de corrientes bravas,
que fluyen con ímpetu en mis venas,
a pesar del hielo azulado,
que en témpanos se desprende desde
la intensidad de tu mirada.
Llevaste mucho tiempo el timón de mi cuerpo,
varado en tus abruptas orillas.
Huérfanas de fina arena o de la ternura,
que el mar recoge de la espuma,
en la desierta playa.
En mi corazón anidaste, cuando las nieves solitarias cubrían tu pétreo rostro,
con la indiferencia del viento del Norte,
que agrieta inmisericorde,
los cuerpos desnudos a la intemperie.
Amanece frío y gris el día.
La soledad pesa como un gran trozo de hielo,
que va derritiéndose lentamente
sobre mi alma.
Permanezco despierto y aterido, pero jamás
aparto mi vista de la línea de mi horizonte.
Escrito en Octubre 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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