y una boca besando imposibles en el aire.
En la quietud de este momento caben
las últimas brasas, con ese gris aparentemente
apagado, que oculta un fuego interno
que desea propagarse.
Buscamos respuestas en las caracolas
que habitan en todos los oídos sordos
o fingidos en la acritud de no intentar siquiera
una cordial y respetuosa contestación al uso.
Devanamos madejas en silencios inauditos,
para romper la monotonía y sin embargo
seguimos navegando en el silencio,
sobre la superficie de una Nada, absolutamente declarada y aceptada.
Mimosa, la araña teje su tela, para saciar
su hambre de fluidos de otros cuerpos,
que rezuman una vida latente, que se irá
apagando, cuando el dorado candil del día,
vaya descendiendo sobre las montañas,
cada somnoliento atardecer.
Escrito en Octubre 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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